miércoles, 30 de septiembre de 2015

Enheduanna, el regreso de la sacerdotisa.



Cada vez más y más en respuesta al llamado de la Diosa, encontramos en nuestros caminos y de forma mas natural a las sacerdotisas, pero que son y que hacen, cual es la frecuencia divina que nos comparten.

Tomando la definición del diccionario diremos que una sacerdotisa es una mujer que oficia rituales sagrados, pero no es lo único que hace, una sacerdotisa sirve y atiende las necesidades espirituales de su comunidad.

Demos un salto a las leyendas e historias antiguas. Las sacerdotisas cuidadosamente han observado los patrones y ritmos de la naturaleza, conectándose con los ciclos de la tierra.  (se le adjudica a la mujer el descubrimiento de la agricultura, en el sentido de entender por observación, el proceso de crecimiento y desarrollo de las plantas).

Las sacerdotisas honraron a la Gran Madre a través de rituales sagrados en cada estación. Las mujeres como encarnación de la Diosa Madre, fueron profundamente reverenciadas, honradas y celebradas porque como la tierra son capaces de crecer la vida dentro de ellas.

La primer sacerdotisa de la que se tiene registro es Enheduana, sacerdotisa de Inanna, la Diosa sumérica, de lo cielos y de la tierra.  Los  himnos de Inanna fueron escritos por ella, Enheduana es la primer poetiza, sacerdotisa y creadora de un imperio,  hija de Sargon of Akkad y es ella a través de la escritura cuneiforme de los himnos que narran el poderío, el crecimiento y las características de Inanna que se consolida un reino.  Se tiene además cerca de 42 poemas cortos, con temas variados como la frustración, la esperanza, la piedad religiosa y la Guerra, así como una descripción del panteón de Dioses de Mesopotamia que bien puede uno pensar que son la base espiritual del primer estado, multicultural, multiligue establecido del mundo.
El poder de una sacerdotisa como Enheduana, está latente en cada mujer, a veces a través del tiempo, este poder puede haber sido mal entendido, pensado muchas veces como una fuerza obscura por miedo a su gran poder y sin embargo hoy en el despertar de la consciencia femenina, Enheduana se hace presente.

Hoy en día las sacerdotisas de la Diosa, están latentes en cada mujer cuya frecuencia esta en conexión con su corazón, tiene familia y tiene trabajo, además de sus labores como sacerdotisa, la sacerdotisa-mujer encarnada de la divinidad femenina tiene una energía de fuerza vital de agua y luna y su misión es ayudar a que esta energía casi olvidada sea reactivada.  Sabe de manera intuitiva que el principio divino femenino debe empoderarse para restaurar el balance armónico y natural entre todos los habitantes de Gaia, pero no lo hace sola, lo hace en fusión con la energía masculina del sol y el fuego, la sacerdotisa ayuda al renacimiento de la Sagrada Unión.


Las mujeres que responden al llamado al camino de la sacerdotisa, escuchan dentro de ellas, resonando apasionadamente con el llamado, con plena consciencia de que este es su trabajo,  las sacerdotisas hoy en día, fluyen con el ascender y descender de la espiral de la vida. EL trabajo de una sacerdotisa es la confrontación continua de sus temores, sanando heridas del pasado, aclarando ideas, dejando ir lo que ya no sirve para su mayor bienestar, es un viaje a otros reinos, oración, meditación  reflexión que forman el estilo de vida de estas mujeres encarnadas de la divinidad.

No es un trabajo fácil pero la recompensa es grande, reconocerse como una expresión única de la cara de la Diosa, aprende a valorarse  y a honrar su divinidad, es el vaso sagrado donde la divinidad deposita su creación para la humanidad.
Una sacerdotisa esta dedicada a servir al amor y al espíritu a cada instante. Aprende a trabajar de forma sagrada con todas las energías   Baila como Shakti le enseña y eleva su vibración mejorando la del mundo. 

Una alta Sacerdotisa  como Enheduana es el trabajo de muchos años de conexión, la capacidad de trabajar con frecuencias más sutiles, se vuelve una emisaria directa de la divinidad femenina aquí en la tierra.  Es la soberana de si misma.

Bendiciones a todas las sacerdotisas que hoy por hoy, elevan constantemente su vibración y se re-encuentran con su divinidad.

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Recopilacion del blog de 8Innana... Graciasss


ATTE: Titania

domingo, 13 de septiembre de 2015

HISTORIA DEL JAGUAR Y EL QUETZAL



             

HACE MUCHÍSIMOS AÑOS un Quetzal y un Jaguar se encontraron en un río muy cerca de una pirámide Maya en una selva de Centroamérica, no muy lejos de aquí. El Jaguar quería comerse al hermoso pájaro, pero este, nada ingenuo, lo miraba muy alerta, atento, mientras cantaba una hermosa canción que nunca nadie allí había oído antes, en la orilla de aquel río de aguas cristalinas, en donde decían había piedras de oro que un día habían caído del sol como una fina lluvia.
              Las aguas del río eran tan claras que eran como un espejo, por lo que el Jaguar, por momentos se asustó, pensando que bajo el río había otro Jaguar acechándolo.
              -¡No te asustes, Jaguar! ¡Ese que ves ahí eres tú mismo! -dijo el Quetzal.
              -¡Qué hermoso eres, pájaro...! –contestó más tranquilo el Jaguar. El Jaguar tenía grandes colmillos, y mucha hambre, pues no comía desde hacía muchos días, pero no quería asustar al pájaro ni menos crear desconfianza. Pensó que con paciencia y maña podría devorarse al hermoso pájaro que daba la sensación de ser muy manso y bueno, por no decir, ingenuo, o tonto.
              Además el Jaguar nunca había visto en esta selva a un pájaro tan bello que cantara tan bello, y pese a que se lo quería comer de un gran bocado, no podía dejar de admirar su majestuosa belleza, su cola tan larga en forma de tijera, sus plumas verdes, rojas, celestes y grises... como una bandera hecha con todos los colores del arcoiris. ¡Hermoso Quetzal...!, se dijo el Jaguar! ¡...asimismo debe saber su deliciosa carne!
              -¿Tienes hambre...? ¡Pues, si tienes hambre, puedes comer maíz! -le dijo el Quetzal al Jaguar, pero este dijo que no tenía hambre, pero en realidad al Jaguar no le gustaba el maíz, y lo que quería con todo su ser era comerse al Quetzal.
              Y así se pasaron largas horas hablando el Jaguar y el Quetzal. Hablaron del sol, la luna, los pueblos, y el tiempo. También hablaron de números y eclipses. El felino, que tenía mucha hambre, pues hasta las tripas le rugían, sabía muy bien que no podía demorar el asunto, pues el pájaro se le podía ir de pronto. Entonces pensó que mejor era un pájaro en mano que cien volando, como se dice por ahí, y goloso se abalanzó con sus afiladas garras sobre el Quetzal, mientras este tranquilo y manso bebía agua del río, y cuál no fue el asombro, el susto del Jaguar...
-¡Zuúuumbulúnnn...! ¡ZAaaasss! -zumbó el ave.
Antes de que el Jaguar pudiera dar un mordisco, en un descuido, ante sus propios ojos el pájaro se transformó en una gigantesca y hermosa Serpiente verde emplumada, que de un sólo bocado, al abrir su gran boca, se engulló al hambriento Jaguar. El Jaguar ni se enteró.
              Entonces la Serpiente que era pájaro le dio gracias a su Dios y se fue volando al sol.
              -¡Kukulkán...! -escondida, detrás del monte, dijo una voz humana.
              -¡No, es el Dios Quetzalcóatl...! -dijo otra voz. Y ambos, una Mujer, y un Hombre, se arrodillaron y lo alabaron, no sólo por su bondad y sabiduría, sino también por su belleza manifestada, como de otro mundo que no es de aquí.  El haberse devorado al Jaguar que azotaba a aquellos pueblos, no era más que un acto de justicia, pensaron ellos, un sacrificio necesario.
Dicen que desde entonces el sol es más brillante y hermoso, porque dicen que el Quetzal nos mira con sus ojos de oro y fuego, regalándonos la luz y la vida. Sus manchas, las manchas que tiene el Sol, no son más que las manchas que tenía el Jaguar en su piel.
              Desde ese día los Jaguares le tienen miedo a los hermosos pájaros de largas colas que cantan como ningún otro pájaro en la selva, mientras estos beben en paz las aguas claras del río que es como un espejo, donde dicen a veces los Hombres van a mirar sus almas. Y que atrapados, bajo el río, viven los Jaguares, como si fueran sombras de agua.
Como un reflejo entre las aguas, a su modo el Jaguar se había hecho eterno, inmortal. Pero el Quetzal... nunca más regresó. ¡Oh, divino y hermoso Quetzal!
Esto cuentan las antiguas voces de esta historia, que más que una leyenda es como un sueño... dijo el Quetzal.
Y como por arte de magia, desapareció ante los ojos de los atónitos pájaros que no daban fe de lo sucedido, maravillados con lo acontecido, y con la narración. Los pájaros se quedaron con los picos abiertos. Era cosa como de otro mundo, magia…no se qué…
Nadie dijo nada, ni el Cóndor ni el Gallinazo, embobados como estaban, hasta que el Loro, después de un rato dijo que él sabía una historia de un Loro que vivió en una lejana ciudad, y volvió y repitió lo mismo tres veces, hasta que por fin alguien le dijo “Cuenta, cuenta…”, y él se puso a contar aquella exótica historia...que mas bien se parecía a un poema de Rubén Darío o José Martí