El tantrismo fue introducido mediante el culto de Ishtar (Ashtar, Astarte) por el Rey Shlomo, y hasta la fecha actual se le sigue recriminando esto por judíos y cristianos sin conocer el misterio del culto tántrico de Ishtar, cuando le preguntaban porqué permitía este culto de Ishtar, el respondía que era porque ellos no sabían lo que el sabía ¿Para qué discutir con gente que desprecia el tantra maithuna?
La Piedra o la Roca Viva en el lenguaje místico hebreo representa al chacra Muladhara, esto es Yesod, el fundamento de la kabbalá sexual hebrea. Esto es el significado auténtico de la Piedra o Roca que han rechazado los modernos constructores (los brahmacharies y monjes), que han rechazado fundamentarse en el Muladhara, el fundamento, por medio del tantra maithuna.
La Mezquita de la Roca en Jerusalem, es algo maravilloso, pués la Piedra o Roca protegida por este domo, representa al Coxis y al Chacra Muladhara. Qué maravilla!
Las mujeres judías, las sacerdotisas de Ishtar (Venus, Afrodita, Isis), eran llamadas Q'deshot (las consagradas, las santas), término hebreo para las vestales, las sacerdotisas judías de Ishtar en Israel.
María la Magdalena (Miriam ha-Magdalít), era la Q'deshá de Yeshua el Cristo, ella era su esposa-sacerdotisa, la mujer iniciada en los misterios sexuales sagrados del tantra maithuna sadhana.
Magdalit (magdalena) proviene de la palabra hebrea "Migdal" que significa Torre, y este es un título o grado iniciático que María poseía, Magdalit se traduciría como la "entorrecida" , por el grado de altura espiritual que poseía.
Cuando se lee en Lucas 8:2 que Yeshúa el Cristo le sacó 7 demonios (shedim y/ó rujot raot), en su interpretación tantrista, representa la purificación total de sus 7 chacras a través del maithuna. Pués aunque los 7 chacras estén activados, conservan impurezas que deben de ser eliminadas a traves del maithuna.
María la Magdalena, era la Esposa, la Compañera, la Mujer de Yeshúa el Mesías
La idea que fuese una prostituta, fue un dogma errado de la iglesia católica, y ya se sabe que Juan Pablo II pidió disculpas públicamente de esta equivocación de la doctrina católica.
El mismo Juan Pablo II pidió disculpas por haber el catolicismo manchado el recuerdo bendito de María la Magdalena haciéndola pasar por prostituta, Juan Pablo II dijo que no existía ningún versículo en el evangelio que dijera que María Magdalena era prostituta. (Y efectivamente eso es correcto por parte de Juan Pablo II, pués ninguno de los evangelios señala o dice que María la Magdalena fuese una prostituta)
Ni siquiera ningún evangelio escrito ya sea en griego, copto, siriaco o latino, dice semejante blasfemia contra el bendito recuerdo de Míriam Ha-Magdalit.
Tanto la palabra , en hebreo "BAAL", usada en la boca de una mujer no solo implica la Idea de un Hombre como su Amo o Señor, sino dicho término hebreo también es un EUFENISMO que significa ESPOSO, MARIDO.
El término SEÑOR que usara la Bendita MIRIAM HA-MAGDALIT, en el evangelio, es usado para referirse a YESHÚA como su ESPOSO.
Pués esto es análogo, semejante, cuando decimos que Shiva es el Señor de Parvatti.
Es una lástima que los profanos, los ignorantes, y muchos dizques cristianos, no acepten y reconozcan que MIRIAM HA-MAGDALIT fue la auténtica esposa del Señor YESHÚA HAMMASHÍAJ.
El evangelio copto de Felipe afirma que María la Magdalena era la "compañera" de Yeshúa el Mesías.
Ahora bien, en la primitiva tradición evangélica judío-mesiánica (NAZORI), el evangelio de Felipe escrito originalmente en copto, nos comprueba que María la Magdalena era la Compañera de Yeshúa el Mesías. Y el mismo apostol Felipe en su evangelio copto nos dice que Yeshúa el Cristo y María la Magdalena se besaban en frente de los discípulos. Pués Yeshúa como todo buen Rabbí (maestro) de su tiempo era un hombre casado.
"Y la compañera del Salvador era María la Magdalena. Y Jesús el Cristo la amó más que a todos los discípulos y acostumbraba a besarla muy seguido en la boca"
(El Evangelio de Felipe)
El vocablo "compañera" es un término para referirse que era su esposa, y el mismo término es masónico.
El evangelio de Felipe dice que se besaban delante de los apóstoles y que a Pedro le disgustaba.
Mas los hermanos aún no entienden la simbología del porqué Pedro se molestaba por ésta situación, simplemente porque es un símbolo masónico. Significa que la mujer no puede ser excluida de los misterios de la Piedra Cúbica de Yesod, y que el trabajo debe de realizarse en forma hermética, resguardados de toda mirada profana.
El Profundo Erotismo del Tantra
El Tantra nos enseña a los hombres, que
quien toda mujer encarna a Shakti,
tendrá hacia ella una actitud muy diferente a la del hombre-varón común.
Para él, ella no es un objeto sexual que hay que cortejar para obtener sus favores, ni una presa de caza.
El tántrico no es alguien que se la pasa ligando ni un Don Juan. Sola con él, la mujer no tiene nada que temer: estará segura, será libre de comportarse como quiera. Respetada, en ningún momento será molestada.
En el plano sexual el hombre y la mujer se separan desde el punto de vista del orgasmo, lo que significa un extraordinario viraje evolutivo.
Durante el orgasmo, el hombre siente como mucho tres o cuatro contracciones mayores, seguidas de algunas otras, menos intensas, todas localizadas en la región genital. Inmediatamente después se desinteresa del sexo. La sangre abandona el pene, que queda blando, y todo se ha de recomenzar pasado cierto tiempo.
Para la mujer el proceso es totalmente distinto. Normalmente, ella siente de cinco a ocho contracciones principales, luego de nueve a quince secundarias que irradian por toda la pelvis. Lejos de haber terminado, para ella el sexo apenas comienza.
Al contrario del hombre, no hay desentumecimiento de los órganos genitales; si sabe cómo hacerlo, casi inmediatamente puede vivir un nuevo apogeo de placer, luego otro y todavía otro si quiere. En realidad, cuantos más orgasmos tiene una mujer, más puede tener, más se intensifican... Toda mujer es físicamente capaz de experimentar orgasmos múltiples. Simple cuestión de práctica.
¿Una obsesión humana?
Que el sexo obsesione a nuestra especie no es, pues, ni depravación ni lujuria, sino la marca del destino humano. Nuestra especie está destinada al erotismo, juego sutil donde el sexo, disociado y liberado de la pulsión procreadora animal, abre a la pareja humana el acceso espiritual total a través de dos seres en el éxtasis amoroso.
En el animal, la hembra se apodera del esperma para ser fecundada, nada más. Más allá del goce inmediato no busca ninguna fusión en otro plano, como, por ejemplo, el de la meditación entre dos que, en el ser humano, abre la vía a lo cósmico o universal.
El problema de la disfunción sexual entre hombres y mujeres nace del hecho de que el primer orgasmo femenino es sólo un comienzo, mientras que la eyaculación termina con la erección masculina e interrumpe la experiencia: sólo el control eyaculatorio restablece el equilibrio, por lo demás benéfico para ambos.
En el animal el contacto sexual está limitado a los órganos genitales, por otra parte, el pelaje aislante impide un contacto íntimo directo. En nosotros, toda la piel, antena cósmica de millones de receptores sensibles (según lo gnósticos y expertos en este asunto), se ofrece a las caricias y permite intercambios táctiles en la mayor parte del cuerpo.
Todas estas diferencias exclusivas confirman que nuestra especie, y sobre todo la mujer, está concebida para el sexo y el erotismo como ningun otro ser sobre el planeta.
El ser humano es fundamentalmente un ser sexual, el único capaz de dar al acto sexual otras dimensiones que la procreación pura y simple.
Algo de erotismo
El Tantra lo ha comprendido desde hace miles de años. Incluso en el nivel hedonista y secular, el erotismo Indio, concentró siempre su atención en el estado íntimo de la posesión erótica.
Las largas secuencias de caricias y posturas que se recomiendan en el Kamasutra, el Anangaranga y otros manuales, tenían por objeto crear un estado de prolongado saboreo o deleite; en ninguno de los dos textos aquí citados se trata el orgasmo como un desahogo necesario, ni siquiera como el objetivo principal, sino, simplemente, se le da por supuesto.
En los niveles más altos del erotismo indio (gentilicio de la India) el orgasmo se vuelve puramente una puntuación, un incentivo del estado de continuo e intenso esplendor físico y emocional que los amantes consiguen evocarse mutuamente.
El sexo no se considera una sensación, sino un sentimiento; la atracción no es un apetito, sino un “contacto de ojos”; en amor no es una reacción, sino una creación cuidadosamente fomentada.
Su sentido es un prolongado éxtasis mental y corporal, cuyos fuegos se mantienen vivos continuamente por medio de un compromiso y un estímulo prolongado de los órganos sexuales, y no por el mero alivio recíproco. Las posturas y las contracciones internas que tienen lugar en el trascurso de la unión tántrica actúan sobre esta base india de amor sexual.
Pero la condición especial de esplendor interior que provocan, sólo aparece cuando el foco erótico pasa, de la personificación exterior y sensorial del deseo, a la Diosa interior de la que todas las mujeres exteriores son simples paradigmas. La mujer y el hombre, entonces, son claves del deleite recíproco.
Esto no significa que el uno pierda valor a los ojos del otro, sino, más bien, lo contrario, porque cada uno de ellos se vuelve Dios para el otro, y, además, los ritos y los mantras que acompañan el acto sexual llevan también cargas de energía acumulada, derivadas de prácticas, estudio y costumbres anteriores, realzando la actividad sexual con su propia fuerza.
Sonrían los machos, pues en el ser humano la hormona erótica es: ¡es la testosterona!
Es verdad, el hombre y la mujer fabrican ambos a la vez hormonas masculinas y femeninas, aunque él produzca diez veces más testosterona que ella, y diez veces menos estrógenos. Para ella es a la inversa, pero recordemos, sólo la hormona masculina erotiza a la mujer.
En la naturaleza, la mujer es, pues, el único caso de disociación hormonal casi total entre el eros y la procreación: mientras que la reproducción corresponde a los ovarios, que secretan las hormonas femeninas, las glándulas suprarrenales son las que destilan la poca cantidad de hormona masculina necesaria para excitar el centro del deseo, en alguna parte del cerebro femenino.
Por: Ram Saram Kaur
Fuente: http://kristianismi-restitutio.blogspot.com.es/
ATTE: Titania
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